No sé dónde en el camino se perdió el pretexto, quizá me cansé de tener que justificar todo lo que hago y dejo de hacer para poderme sentir menos atada al cumplimiento y a la expectativa.
Empujé estas imágenes por necedad. Las hice porque quise. Porque como cualquier humano, necesito la validación a través de lo estético, de lo admirable, de lo rebelde, del atrevimiento. No he invertido demasiado tiempo en revisarlas por temor a encontrar la imperfección tan indeseada o el justificante boicoteador de lo que hasta ahora parece ser una proeza en mí.
Y señores, no tengo un carajo de idea de para qué las quiero. Ni para qué me sirven. Ni quién las deba ver, mucho menos apreciar.
Ya las tengo y no sé para qué las quiero. Las quise, las perseguí y ahora pareciera que no me sirven para nada.
Supongo que son para mi deleite personal. Quizá sean una especie de liberación de miedos o acaso un puente al ego inútil. Han de ser el comprobante del paso del tiempo, el documento impreso que confirma la efectividad del tinte de cabello o la técnica cada vez más depurada de la fotógrafa. ¿Qué hacer con un archivo de imágenes en el que casi no me reconozco? ¿Cómo remediar el miedo a verme y no reconocerme?
que no hay valentía en el hecho
sino en la confrontación de la realidad?
Les comparto pues, el registro fotográfico de una mujer de 39, casi 40 años que no sabe por qué carajos tiene estas fotos, y que mucho menos ha resuelto qué hacer con ellas. Seré pues parte de un registro sin explicación y sin objetivo. Seré el objeto de atención y al mismo tiempo la dueña del peor pretexto para justificar una sesión de fotos a medio vestir. Seré una vez más un vaguísimo intento de perderme y encontrarme, de reconocerme y ofrecerme, de vestirme y desvestirme, de ser lo contrario a lo que quiero y de parecerme cada vez más a lo que no quiero. O de ser la que sin querer me he vuelto. Aquí el reflejo de una mujer de miedo y de soledad, de antagonismos, protagonismos y desencantos. La que en un acto de honestidad propio sé que soy y solo a veces me atrevo a ofrecer ante la vulnerabilidad de una cámara y una luz que resalte mis pecas como si cada una fuera un defecto a la vista. Esta soy a veces dispuesta al escrutinio. Esta la que al instante huye y vuelve a resguardarse donde más fácil puede.
Gracias a PicMeMedia y ChicleLosCabos x coordinar la producción y por supuesto a la fotógrafa Mariana Martínez x la paciencia y cariño puestos en el proyecto.
1 comment:
Woww, bien dicho, no hay que justificar lo que hacemos, decimos, vestimos, o las decisiones que tomamos, creo que los 40 nos están permitiendo dejar ir tanta pendejada en la que hemos pensado o nos hemos preocupado por tantos años... será que estamos sintiendo estar mas cerca del hoyo? si es así POS QUE BUENO!
Bravo pelos! y muchas fotos, poses, desnudos, comidas, platicas, solo por que sí... solo por el hecho de disfrutarlas.
TAQUERO, GRACIAS POR COMPARTIR ♥
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