Los días son de colores. Se pintan solos. Se despintan. Adquieren tonalidades diversas dependiendo del olor de la comida, de la textura de las sábanas en que despiertas, del lugar donde encuentras el documento traspapelado hace un par de semanas.
Los días se pintan solos. Las escalas cromáticas adquieren dimensiones inexploradas, y varían tanto como el obturador de tus ojos abre o cierra...
¿Quién dijo que la habitación permanecerá siempre pintada de blanco brillante? Me imagino unas franjas verdes que corren de arriba a abajo. Pienso en mi rostro frente al espejo y lo vislumbro tan verde como celoso. Hoy es un día verde. Tan verde como lo veo yo.
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