Es que el amor es dificilísimo de entender.
Cuando conviene da uno razón de todo. Cuando estorba, hace que uno se atragante.
Cuando pega, pega. Cuanda llama, nos coquetea guiñando un ojo, subiendo delicadamente la mano por debajo de la falda hasta sentir la tímida entrepierna que se aleja de un susto disimulado.
Es que el amor es dificilísimo de explicar.
Se siente en cada parte del cuerpo, nos atormenta el pensamiento, se hace rutina y nos reencuentra en los momentos más inesperados.
El amor se ve en los ojos. Sabe a pasta de dientes. Suena a canción ochentera y nos pone a bailotear sin razón.
Cuando me amas no quiero irme, me hace cojear de tu mismo pie y me hincha el pecho tratando de agarrar más aire.
Cuando te amo no sé cómo decírtelo, te lo grito y lo hago retumbar en tu diario andar.
Cuando te amo, lo hago porque quiero.
Cuando me amas trato de descifrar ese raro lenguaje con el que me lo dices.
El amor llena y vacía. El amor se viste de blanco, de gris y de negro.
El amor tiene un tiempo, y es eterno.
El amor se guarda en una alcancía y en un cofre de imágenes tatuadas.
El amor confunde, se da, se quita, se pone, se viste y muchas más veces, el amor desviste.
Es que el amor es cínico.
Y este amor que siento por tí es tan real como el que cada noche me reclamas cuando escapamos al sueño, como el que me entregas con cada tronar de tu lengua en el paladar.
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