Cuando estoy de buenas, me abrazas, y te ríes de mí. Me dejas sumirme en lo profundo de tu cuello y te huelo profundo.
Hoy que tengo miedo, me despiertas en la noche con una trampa que me sacude el sueño... y me dejas con ganas de más.
A veces no tengo ganas de irme, pero la mayoría de las veces quiero huir... contigo y sin tí, a un lado tuyo, debajo de tí.
Pido el control y de pronto me lo quitas. Sin avisar te adueñas de ese único poder que tengo de decidir a dónde voy, cuándo regreso y si algún día vuelvo.
Hoy tú decides por mí, y la verdad, no me importa, estoy cansada. Si decides por mí, bien. Si decides por tí, bienvenido. He aprendido (un poco) a perder el control de vez en cuando, y no respondo.
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