3 horas

Ayer tuve 3 horas para tí. La primera sonreí, te hablé al oído, pellizqué cada uno de tus dedos y te dije con un suspiro cuán cansada estaba. La segunda me recoste a tu lado, casi desnuda, un poco con frío, pero un mucho con ganas de sentir tu peso sobre el mío. La última no la describiré, solo cierra los ojos y recuerda, vuelve a oler mi sueño, a oír mi silencio, a querer seguir ahí.

Hoy busco esas mismas 3 horas para tí. Me despierto y te veo. Sin querer te desvisto. Te huelo. Te reconozco. Te sé mío hasta el último instante. Sé dónde vas a caer y dónde vas a levantarte. Temo por tí.

Y por mí.

Planeo cada instante de esas 3 horas que te pertenecen. Así como me encuentres desnuda voy a volverte a vestir. Así como quieras arrancarme el alma voy a devolverte la tuya al cuerpo.

Son 180 minutos que no podrás (o no has podido aún) sobrevivir. Son el augurio a lo imposible, son la mentira descubierta, el temor desenfundado, el ansia de generar vida, sí una más, otra más, otra vida que no sea esta, una vida que sea tuya y mía. Son la promesa de crecer ahí, tendidos uno junto al otro, embelezados por la belleza de verme inerte, lánguida, cansada.

Ya todo se ha dicho, y aún así tengo tanto que decirte. Cuenta conmigo esta historia, esta historia de 3 horas perdidas en otra vida, otra vida que no es esta, y debe ser. Otra vida de hacer vida, más, mucha más. Otra vida que nos vuelva diferentes y siempre los mismos.