Ibas caminando un cierto día por la playa. Mirabas al horizonte, te alejabas del mar para no mojarte las orillas del pantalón que volverás a repetir mañana. Sientes el sol que te deja de deslumbrar poco a poco pues se esconde tras ese acumulado de picos y montañas, entre el cielo, mientras permite que baje la temperatura que te estaba haciendo sudar.
Vas avanzando cuidadoso de no pisar alguna concha que aun guarde su forma del mar, o evitando quizá algún pedazo de vidrio que haga sangrar tus pies sin suela. De pronto ves de reojo una pequeña figurita que se mueve. Instintivamente devuelves la mirada y tratas de encontrar su forma entre los granos de arena que con su color lo disimulan. Lo miras fijamente, lo analizas. Parece estar vivo. ¿Será posible? ¿Será en verdad un pequeño ser viviente que se retuerce entre la arena y la sal? Te agachas y lo vuelves a mirar incrédulo. ¿Qué hace esto aquí? Giras la cabeza para verificar si alguien más está viendo lo que tú. No hay nadie, la tarde acaba, el viento arrecia y el común de los mortales lentamente se aleja. No hay nadie. Nadie ve ni percibe lo que tú.
Conteniendo los latidos de tu corazón que quiere salírsete del pecho, estiras un dedo cuidadosamente y lo empujas. Quieres obtener respuesta, necesitas cerciorarte si en verdad esta vivo. Con tu empujón la pequeña figurita se mueve unos milímetros dejando un evidente rastro en la arena. Lo vuelves a empujar, con más fuerza. De pronto pareciera que la figurita responde. Trata de emitir algún sonido que no percibes, estira su cuello, incorpora de lado su cabeza. ¿Quién eres? Y de pronto entiendes ese dibujo que son sus plumas y su piel tan delgada como viva. Sí, es un pajarito. Es un pajarín. Un pájaro loco. De pronto te da risa, sientes ganas de salir corriendo de ahí sintiéndote idiota, pero no puedes.
Tratas de razonar y decides brindarle ayuda al ave, se ve tan pequeña y desvalida que te parte el alma, te conmueve hasta que te obliga a esbozar una sonrisa protectora y compasiva.
Lo levantas con tus dos manos, haciendo cunita, recogiendo también un poco de arena que te estorba. Y sí, es eso, un pajarito que tiembla de frío a la intemperie. Lo acercas a tu pecho, quieres reconfortarlo, pero de pronto te ataca el raciocinio y piensas ¿qué voy hacer con él? ¿dónde voy a guardarlo? ¿qué comerá? ¿será caro mantenerlo? La duda te invade y no puedes decidir qué hacer con aquello que intenta refugiarse cerca de tu pecho. ¿Será que el pajarito quiere morir, ahí, cerca del mar? No puedes discernir entre el miedo de adoptarlo y el miedo a dejarlo morir, ahí, solo, temblando de frío, de hambre y de miedo.
Sin querer decides adoptarlo. Aun no caes en la cuenta del gran trabajo que será. Y sin embargo, lo llevas contigo, lejos de la muerte y del frío. No te diste cuenta que justo ahí, en el instante en que decidiste hacerlo tuyo, el pajarito pudo por fin respirar. Hinchó su pecho de aire y se sintió seguro, se sintió amado.
Llegaste a casa con lo que pronto se convertiría en tu posesión más preciada. Le construiste un nido junto a tu almohada, lo cobijaste con tus dedos, lo acariciaste con la esperanza de mantenerlo vivo.
Casi sin darte cuenta, pronto aprendiste el arte de amarlo, las desdichas de abandonarlo durante tus largas jornadas de trabajo, entendiste la sonrisa que te dibujó en la cara cada vez que le mediste un centímetro más y le contaste cada pluma que dejó caer sobre la alfombra. Aprendiste a alimentarlo, le enseñaste a estirar sus alas y a no cagar sobre la cama.
Los días transcurrieron, las noches se terminaron en amores frívolos, las reuniones dejaron ese indiscutible olor a cigarro que siempre odió. Y tú, con cada amanecer, con cada traste de agua que acercaste, le hiciste entender cuánto lo amabas.
Una tarde inminente de huracán llegaste a casa asustado. Había que preparar todo, debías comprar atún y alpiste, debías colocar las pilas en el radio y asegurar las ventanas. Te encontraste al pajarito temblando sobre el barandal del balcón. Te acercaste lentamente pero sin querer se alejó. ¿Qué te pasa?, le preguntaste. Y tras un instante, mientras comenzaban a caer las primeras gotas de la tormenta y el cielo se ennegrecía, el pajarito temeroso volteó y te dijo:
- Es que no me has enseñado a volar.
- ¿Y para qué quieres volar? Aquí lo tienes todo, techo, comida, cariño… este es tu refugio.
- ¿Y si este huracán nos ahoga? ¿Y si el agua se mete muy adentro, como podré salvarme?
- No temas – respondiste. Aquí estaré para alzarte en mis manos que hacen cunita.
Ese día sin darte cuenta, amaste más que nunca. Supiste que el desamor no existía. Y el pajarito lo entendió. Nunca más volvió a sentir miedo por no saber volar y retumbó sus alas junto a tus ojos cada vez que quisieron llorar.
Para correr, para leer, para comer, para sonreír, para compartir, para desechar y rehacer.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)

Palabrejas Pegadoras
-
Cuando éramos chicos, en casa siempre comíamos en familia. Mi mamá tenía unas servilletas de tela color hueso, cada una con su arito del mi...
-
No recuerdo a qué edad ví por primera vez a un hombre desnudo, pero a partir de ahí, ciertamente han desfilado ante mis ojos varios modelos...
-
Si amanezco con sueño, volteo, te miro, sonrío. Las cocinas son el por qué de un hogar. Ahí sucede todo, ahí nacemos, crecemos, nos repro...
-
Hoy leí la definición de "handmade" de una chica croata que diseña, hace y vende zapatitos para bebés en su tienda La La Shoes (...
-
Si si si. Un paso más. Me niego rotundamente a seguir consumiendo cereales de caja "adicionados", "fortificados" y ...
-
Lo logré. Corrí 21K sin morir en el intento. Primera carrera. 3K. El 8 de abril de 2014 inicio la travesía, y he aprendido tanto en el...
-
Este fin de semana fué tan igual y tan único como todos. Proyectos varios, visitas obligadas, celebraciones espontáneas, sueño desmedido, r...
-
Una recetita facilita, no se hagan locas, todas tenemos el instinto modosito dentro... Ahora en esta temporada de de navidad, hagamos mermel...
-
Parece ser que hacer tu propio yogurt en casa, es la epítome del hippie en ciernes, la agudización más cínica de la personalidad verde-ecol...
-
Bueno, agreguemos este, a la enorme lista de blogs disponibles que hablan acerca de correr. Uno más. O uno menos. Da igual. El caso es corre...
No comments:
Post a Comment